La fiesta comenzaba desde el jueves aunque no había ninguna actividad para ese día y la gente se iba reuniendo en los pubs y en la esquina del parque Stephen green/merrion row, donde los mensajeros locales quedan para esperar las llamadas o compartir un desayuno.
La llegada de ciclistas fue masiva: unos 400 llegados de todas partes el mundo, y se noto mucho en una ciudad pequeña como Dublín que se vio invadida de ciclistas.
Muchos de los que venían de lejos, para rentar el viaje y el precio del billete, se habían reunido con otros mensajeros en Londres donde se organizó un pre-evento el fin de semana anterior con carreras, sprints y una ciclomarcha hasta el campeonato, de unos 100km/dia, pero que no todos terminaron.
La tarde del jueves se organizó la primera alleycat (carrera ilegal con un manifiesto que completar en varios checkpoints repartidos por la ciudad), y sirvió como primera toma de contacto con el tráfico de la ciudad y las calles del centro. Las distancias fueron cortas con paradas en
Los españoles que nos reunimos, llegados desde Madrid, Gigón, Pamplona y Londres, conseguimos alojamiento gratuito en casa de un ex mensajero que se ofreció alojarnos sin saber el número de personas que íbamos a ser esa noche en su casa.
El viernes el punto de encuentro era el pub Eamon Dorans en Temple bar. Las calles estaban llenas de ciclistas desde por la mañana y las bicicletas atadas formaban una bonita enredadera de metal, con cuadros de todos los colores que crecían como flores de ciudad. Los turistas perplejos hacían fotos y preguntaban a que se debía tal concentración de gente rara con mochilas gigantes.
La cola para registrase para la carrera era eterna y se alargó hasta por la tarde, pero el día era agradable y nos entretuvimos hablando con compañeros de otras ciudades y tomando el orgulloso refresco local: la pinta de Guinnes. Más tarde se improvisó una vuelta por la ciudad al estilo “critical mass”, pasando por la calles principales, cruzando el rio hacia o´connell street y terminando en la plaza de smithfields entre los edificios de las viejas destilerías. La fiesta continuó en el Vodoo bar en el lado norte del Liffey, donde tocaron un grupo de ex mensajeros.
El sabado por la mañana comenzaban las rondas clasificatorias desde las 10, (aunque ni los organizadores se levantaron y todo iba con bastante retraso). El lugar era Phoenix Park, el parque más grande de Europa, donde se decidió organizarlo después de que el ayuntamiento rechazara la propuesta de hacer la carrera en el centro de la ciudad.
El circuito constaba de 6 checkpoints con los nombres de los patrocinadores, dos caminos asfaltados y una parte de hierba y tierra que después de la lluvia se convirtió en una piscina de barro difícil de rodar para las bicis de carretera y piñón fijo. Se clasificaban los cuatro primeros de mangas de unos 20 corredores y el manifiesto se completaba en unos 25 minutos.
Por la noche también se organizó la alleycat final en la que participaron unos 40 corredores, el itinerario seguía una ruta por toda la ciudad, comenzando en el sur cerca del canal y pasando por los principales monumentos de la ciudad donde nos esperaban otros mensajeros distribuidos por países que intentaban ponerlo aun más difícil con alguna prueba imprvisada. Los alemanes obligaban a atar las bicis y pedían la documentación, otros hacían beber un chupito de whisky, los de Nueva York situados en penny´s bridge obligaban a cruzar el puente y volver, y los daneses a hacer algo de ejercicio antes de continuar. La línea de meta era el Vodoo Bar y el ganador fue un chico ruso que trabaja en Sydney.
Al día siguiente fue la final, con polémica incluida porque el supuesto ganador hizo trampas al volver andando a un checkpoint que se había pasado y fue descalificado. Después se organizaron los concursos de derrapes, en el que el local, Rob, hizo el más largo de más de trescientos metros, y sprints, en el que no tengo muy claro quien ganó porque no se veia el final desde la salida.
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