El día de la bicicleta de Madrid se hace un domingo y temprano para no molestar al tráfico motorizado, como si las calles fueran privilegio de este medio de transporte tan contaminante, y se nos prestara la calle un par de horas; además, metiendo prisa a los últimos para devolver a la ciudad su aspecto de normalidad, o sea, de atascos, ruido y contaminación por el que ya somos tan desgraciadamente conocidos allende
Se circula por un circuito cerrado al resto del tráfico, sin respetar las normas de circulación y poniendo a los peatones en un aprieto al cruzar la calle. Como ejercicio de seguridad vial es nefasto, porque los ciclistas (sobre todo los más pequeños) aprenden hábitos como el de no parar ante un semáforo en rojo o un paso de peatones.
Desde el Ayuntamiento sólo se están llevando a cabo tímidas acciones individuales desde distintas áreas, que no son percibidas como ese empujón que se necesita para coger la bici y moverse por la ciudad. Es necesario que se apruebe y se ponga en marcha el tan esperado Plan Director Ciclista, que permita llevar a cabo una gestión coordinada de los pasos a dar para crear una cultura de la bicicleta, para que muchos de esos potenciales ciclistas (¿dónde se mete el resto del año todo ese gentío que se ve en este día de la bici?) se lancen a usar un medio de transporte respetuoso con el medio ambiente.
El día de la bicicleta se debería transformar en La bici, todos los días en donde se hicieran continuas campañas de promoción, como talleres de mecánica, de seguridad vial en bici, o campañas de promoción para ir al trabajo y a la escuela en este medio de transporte. Y, desde luego, se debería impulsar una seria disuasión del tráfico privado motorizado y contaminante, que hiciera más segura la conducción ciclista y dejara espacios públicos para los no motorizados.
Ojalá llegue el momento en el que recordemos el Día de
Juan Merallo, portavoz de la asociación Pedalibre.
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